Su corazón estuvo encarcelado. Atrapado. Engañado. Mandato familiar. Cuando había razón no había fuerzas y cuando había fuerzas, no abundaba la razón. El círculo fue cada vez más vicioso. Y los límites aumentaron. La libertad era palabra prohibida. En su celda ella seguía escribiendo. La palabra era su libertad. Escaló, renglón por renglón. Llegó a la cima y se lanzó. Hoy es libre. No pide permiso. Tiene nueva vida. Tiene valor. Tiene autodeterminación. Puede sentir los latidos que la guían hacia un nuevo horizonte. El de su felicidad.