Quiero librarme de tí,
ropa de sombra, canción de un día,
mancha de carmín en mis vasos.
Quiero olvidarte
tumulto de mi sangre, flor de ceniza,
trébol que no crece tras mis pasos.
Quiero saberte emponzoñada
por el óxido letal de lo insignificante.
Quiero no querer abrazarte
cada vez que leo tus remotas cartas.
No reconocerte en mis oídos
voz desalentadora, susurro malgastado,
aliento de amor que caduca
como mermelada expuesta a un sol desmesurado.