Erial de ocasos, horas muertas.
Allí, bajo tus escombros,
en los negros alientos, el respiro se acaba
y el crucifijo del panteón nos llama,
nos señala a la rosa deshojada que no siente...
en el desamor, solo el bar que se conduele.
Nadie ama besos tristes, la mortaja
es el panteón de alegrías...
y los miserables de la tierra
liban su tristura en un jarrón de arcilla,
en un licor de espanto.
Y en esta delgada brizna,
Como es misterio de misterios
la oscuridad del infinito
que nos llama a ser verdad.
a los escombros nuestros,
a la tierra y sus cenizas,