En cada intento que hice
por mantenerte lejos
sufrí una terrible derrota;
no importaba lugar ni tiempo
de repente
era azotado
por la furia
hasta del más débil
de tus recuerdos.
Recuerdos esos
que fingían haber muerto
y me hacían creer
que sacarte de mí
era tan fácil
como echar una hoja al viento
como dejarte de hablar
colgando el teléfono
o imitar la despedida
entre la noche y el alba
que se encuentran cada día
y un solo segundo
se convierte en su hola
y al mismo tempo en su adiós.
Confieso haberte matado varias veces
pero también confieso
haberte dado vida otras tantas;
porque tus recuerdos
parecen a veces cadáveres
pero jamás han estado muertos.
WBelDe
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