Embelesador con la mirada,
causante de locuras,
demasiadas pasiones.
Sin más uso de la labia
como arma atrayente.
Mujer tras mujer,
se derrocha en su piel.
Nada lo hiere,
solo él lastima
en su simple partida.
Cada doncella pierde su honor
en los brazos de él embelesador,
entregan ellas su orgullo y amor,
sin más temor qué del adiós
de ese caballero tan encantador.
En la melodía de sus palabras,
cada dama se enamora
del verso en la poesía,
que él declama cada día
en la calma de la conquista.
Habrá alguna noche una mujer,
que con entereza y fuerza,
puede negarse al poder
de ese hombre que juega,
con el sexo y el amor con vileza.
Esa mujer será un dolor de cabeza,
terminara con la muralla
de él embelesador, qué con el tiempo
ah logrado reforzar con encantos,
en los qué aquellas vivían presas.
Pero esta mujer terminara con ella,
y en mil pedazos acabara la vileza.