Hice un verso de amor sobre su piel,
impreso con destellos del lucero,
con aroma de bosque y sabor miel
en la senda de un dulce derrotero.
Supe escribir en su suave tibieza
y en un clima de magia penumbrosa,
dejé mi verbo en toda su belleza
como un sutil volar de mariposa.
Cada punto de su geografía
fue una morada para mi ansia loca,
y claudicó, ardiente la poesía,
en los rojos abiertos de su boca.
Un poema, colmado de ternura
recorriendo su cuerpo de tersura.
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(imagen de la web)