Viajera estela
Soy naufragio de la tibieza de tu alma, sin más remedio
que anclarme en lo profundo de tus ojos.
En vasta coraza me refugio de tu aliento,
el mismo quehacer de un intrépido cobarde.
Estuve atracado bajo el puente, nada navegó, solo el suspiro en pleno vuelo,
como el alcance de tu mano, como ese instante infinito.
La bruma ha caído, y recostada en mis brazos de a poco la seduje.
Oh bestia fulminante, recostada está tu carga!
Belleza de sándalo, inerme columpio oscuro,
de claveles perfumados y aura convexa.
De suspiros, olas pérfidas y sin
razón.
Seré pasado sin huellas, seré crepúsculo en soledad, y navegaré
los barcos que los sentimientos han de naufragar.
El caminante hoy me mira con mis pies sobre la tierra,
se han hecho raíz sobre mi ancla que mojada hoy se libra.
Viajera estela de los bajos mares ¿Cuánto has tardado en llegar?
¿Cuánto te has arrepentido?
Todo ha acabado como mi sangre que desborda en popa,
se ha petrificado y somos el uno navegante.
Este es el llanto egregio de los vastos océanos,
cópula de lágrimas que han observado hartadas las estrellas.
Oh, me hundo repentino!
Digo adiós, allá en lo lejos.
Oh, bestia fulminante!
Allá, en el cielo donde nunca apareces.