A. Martinez

Besos.

Mis manos las sacude una primavera,

en ellas, en sus surcos honrados

de sudores duros,

tu piel sembró humedad y realidad.

 

Por ellas, hijas mías, rondan abiertos,

brillantes racimos de besos,

redondos, claros, como naranjas,

olorosos y firmes como ojos.

 

Besos pródigos,                  

hermanos profundos,

de miradas extensas,

llenos de raíces, campanas, flores.

 

Canción de labios callados

que gritan sus abrazos;

intercambio de aliento,

voces que se esconden en el centro del silencio.

 

En los extremos de tu boca,

se abre mi boca a bendecir tu nombre,

en la soledad de mi pecho,

tu boca enciende lámparas.