Lolaila

Sobre el tejado

El aire pesa y entre habanos tus caderas contonéas.
Un viejo piano, entre acordes te recuerda,
sus cabellos, lo profundo de sus ojos y su fuerza.
Te tragas la sal, que baja por tu garganta y
te armas de entereza.
Te piden esa canción, las naúseas te desesperan,
pues era suya tu voz y hoy,
solo es del sudor del dueño ,
de la moneda.
Tu cuerpo al mejor postor,
en un frío callejón, con un gato por testigo,
ciego y también malherido,
junto al que, lloras después.
Sobre el tejado los dos, abrazados a la noche,
viendo caer las estrellas.