Yo lo vi en la frondosidad del bosque.
Aguardaba quieto bajo la luna.
Se volvió. No dijo palabra alguna.
Qué profundo silencio acalló el bosque.
Y sobrecogida paré mi paso:
figura negra con olor a nardo.
Tanta pena, tantos años que aguardo
y ahora, al fin, le encuentro en este ocaso.
Bella mirada de bruma en la mía;
aroma de hojarasca y sepultura;
mi sangre roja arrebolada, fluía
Qué gran gozo su beso me procura.
No pregunté dónde yaciente iría
pues huyo de la vida y su negrura.
-Verónica Calvo-
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