Circundan sus ojos en la espera
de un cuerpo angelical desnudo
que a un tiempo exhibe aquellas
vibrantes y pequeñas cúpulas, que
altas y duras se ufanan señalando su dulzura,
ellas con sus amores intacto; él con los suyos
gastados, solo le decía:
mujer de mis sueños que mi alma tortura,
enséñame primero tu alma desnuda,
dormiré a la vera de tu retirado deseo que sin saber
de dónde vengo los viertes en mis silencios…
pero la sangre hierve ante el invulnerable deseo,
golpean sus aguas ardientes desnudas sobre su cuerpo,
arde en calor mientras su alma le arrulla,
y él solo decía:
mujer de mis sueños que mi alma tortura,
enséñame primero tu alma desnuda,
que rasgar tus vestiduras me abstengo en premura.
--- romo --- 2016 --- Colombia