Para qué vivir pendiente de las horas
bajo este cielo que me angosta el día,
donde viajan los sueños sin aurora
y el corazón es un puñal de cobardías.
Para qué pensar en los delirios
que me causan lo esquivo de tus besos.
Pájaro agorero, crueles designios
con el que en vano vagan mis deseos.
Para qué añorar la primavera
si su manto alegre sólo aflora
un arco iris sin afectos.
Para qué pensar que somos uno,
si en suma dividimos nuestros sueños.
La vida en espirales de simpleza
esparce nubes por el ancho cielo.
El ser es un raudal de letanías
que siembra aromas en callado huerto.
Racsonando ando.
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