Un llanto profuso,
intenso,
tiene el dolor
de epicentro.
Se drenan emociones
de muy adentro
buscando explicaciones
a un suceso.
Llanto copioso
en pleno deceso
que entre flores
rompe el silencio.
Irrumpe la rabia
en cruel desmedro
de la religiosidad
de los ancestros,
cortando de un solo tajo
Salves y Padrenuestros
sumergido en la nada
del insondable misterio.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela