Era el comienzo de un día de otoño
la brisa nos hacía compañía;
ya habíamos terminado
el trotar matutino.
En el receso
arribaron las nubes de lluvia;
se ocultaron los rayos del sol
y en un ambiente caluroso
y húmedo
quedó el retrato dibujado
de su vivo mirar
besando el silencio
de aquellos árboles en calma
sin el canto de las aves
pero que tenían como compañía
su voz
que hacía eco
en sus troncos y ramas;
mientras su cuerpo sudado
se derretía de paz y deleite
sobre un muro de concreto
en el cual quedaron vestigios
de aquella tertulia amistosa
que sacaba, cual mago
cartas de recuerdos de infancia
de debajo de las mangas
del traje gris
con que vestía la mañana.
WBelDe
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