En el fondo del desierto hay una selva,
en ella encuentro tres deformes animales,
con cabezas de humano y lenguas de víbora.
Me cuentan algunas bellas mentiras,
cada animal reza por un Dios universal,
con magia mi mente estalla en un mar austral,
sin sal, solo sueños qué no puedo pagar.
En cada imagen que me regalan me pierdo,
sin más detalles que el de flotar cortado,
fragmentado en miles de seres únicos,
que vuelan en cada infinito de los universos.
No me doy cuenta del fluir de mi embrollo,
sólo sigo cayendo en las mentiras de esas lenguas,
que en sus frecuencias me eh rebajada a lagrimas,
no importa ya cómo llegue aquí,
por eso empecé a relatar desde allí.
En su labia voy perdiendo la realidad o la verdad,
tal vez lo que me cuentan es la verdad no la mentira.
Estoy creyendo en sus universos repletos de titanes,
encantado estoy yendo al lugar de ninfas y prostitutas,
elegantes mujeres de todas las especies,
me engatusan con sus encantos qué son iguales a los conocidos,
o aún mejores por el hechizo que cabezas van tejiendo en la mía.
Las cabezas legendarias siguen fluyendo con el ramaje de sus palabras
que en mi mente y corazón crece por todo mi pensamiento y sentimiento.
Estoy habitando una lindeza única, divina inexplorable para mi imaginación y creencia,
en instantes me iré a donde la exquisitez de su dialecto me ah anclado lento,
espero en la explosión de símbolos fluyentes ante mis ojos y ver,
a detener el tiempo para quedarme sin nada de aliento,
así poder desvanecerme con el hermano del silencio y el viento,
legar en moléculas o fibras microscópicas al evento qué escuchado por estos últimos lapsos,
me ausentare de este infierno de mundo para trasladarme en polvo a los ojos de los universos que no pueden ver.