Eran susurros muy suaves
las voces muy quedo hablaban,
con los labios medió abiertos
las palabras pronunciaban,
en sus ojos verdes claros
las lágrimas asomaban
que caían hasta el suelo
como perlas que brillaban,
era un adiós doloroso
que nuestras almas quemaba,
con sus manos temblorosas
las mías aprisionaba
como queriendo decirme:
Porque nuestro amor acaba?
El alma muy compungida
a comprender no alcanzaba
porque un idilio tan grande
de esta forma terminaba,
yo sentía en mis adentros
campanas que repicaban
despidiendo el cadaver
de un sueño que agonizaba,
y cuando me despedí
a cada paso que daba
sentí se hundía la tierra
por el peso que llevaba
de haber perdido el amor
de la mujer que adoraba;
en el nocturno paraje
ya ni la luna brillaba
porque no quería ver
la tristeza que inundaba
a dos almas que se amaron
y el destino separaba!
No he vuelto a verla jamás
más sin embargo la sueño
con su mirada traviesa
y con su rostro risueño
que una vez hizo sentirme
que del mundo yo era dueño;
que no habría en nuestras vidas
males grandes ni pequeños
que pudieran separar
nuestro amor que fue un ensueño
de dos jóvenes amantes
que se amaron con empeño!!
Autor: Aníbal Rodríguez.