Somos meretrices de nuestro destino:
Si te dejo con la última palabra,
¿Qué aires quedarán para mí?
(Suicidios multitudinarios, alicortados.
Cadáveres que hacen vaho en los cristales.
Tormenta que nos sostenía, calándonos
Las huellas dispensables en habitaciones ajenas.
Tus nombres que no dejan de morirse,
A campanadas, cosiendo la lluvia al ventanal.
La inerme sensación de no estar solos
Aunque quisiéramos estar infinitamente solos,
Tantos chubascos que cuajan el verano
Nos hacen farolear nuestros ideales.)
Si juego yo, empero, esta última palabra
Como quien te canta el jaque mate,
¿Qué aires quedarán después de mí?