Rayos anaranjados y cálidos,
que acarician y calientan
a los ancianos de la plaza
de mi entrañable pueblo.
Cada mediodía las calles brillan
con el amable Sol
que alivia el frío
del crudo invierno.
Nace y se esconde como un niño
que juega al escondite,
es cariño y deslumbrante.
Los perros se estiran
para sentirlo en su cuerpo,
y les da alegría y vitalidad.
Al caer la tarde
se va alejando entre las nubes
y va metiéndose en su refugio,
entonces besa a la dulce luna,
que lo releva en el bello cielo.
Las gentes se recogen
en sus hogares
para huír del clima gélido,
el viento, cortante
sacude los toldos
y golpea los vidrios de las ventanas.