En una tarde bella de abril, te conocí por primera vez,
el embrujo de tu belleza… Me hacia sentir enamorado,
tu aroma me cautivaba, llegabas a mi vida,
como un hermoso regalo… Lo malo sería que,
sin abrirlo, siquiera te perdí.
Me sentí como un ser… Abandonado en el desierto,
cansado de tanto caminar, sin fuerzas,
de poco andar… Sediento de sed,
tras el desasosiego, veía un lago a lo lejos,
resultando ser un espejismo… Así fuiste tú.
Llegaste a mí, como estrella fugaz,
donde apenas logre alcanzar y ver su belleza,
y de la nada se perdió en el firmamento,
ya no me queda nada de ti, tan solo vaga por mi mente,
esa hermosa tarde de abril.
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