Señor Usía vengo en declarar
mi inocente inocencia
pero no pido clemencia
por lo que vengo a reportar.
La acusación dice, que he robado
la gallina aquí presente
no es mía ni es pariente
la prueba está en el estrado.
Si yo nunca la he pillado
ni la he metido al saco
ni de mi zapato es el taco
que encontraron botado.
Dicen que el gallo aleteara
y picado mis canillas
ni que estuviera de rodillas
el pobrecito alcanzara.
Quién me acusa es fatal
porque no encuentra con quién
el se pueda desquitar bién
siendo una casualidad leal.
Que la gallina aquella
en la olla se metiera
y que en mi casa fue una fiera
para salvarse la noche aquella.
Pobre Jacinta, decía
su gallina tan bonita
que volar ya no podía
en la olla echadita.
El juez dictó la sentencia
queda la gallina en el juzgado
que por deliciosa apariencia
el juez tiene los bigotes mojado.