Vuelven los días mojados
dentro del alma,
la lluvia cae en el corazón
a velocidades incontrolables.
Será por la soledad,
debe estar llegando
de donde nunca salió.
No puedo dejar de mirar
por la ventana,
la vida fluye.
Me pregunto si alguien
verá tras mi cristal
el infierno
donde me encierro,
así como yo veo
la felicidad,
aunque sea de lejos.
Me encantaría
que alguien
pudiera abrirme desde dentro.
Me encantaría
ahogarme acompañada
en este frío hastío.
Es una lástima pensar
que este mundo
es solo mío
y que nadie
me podrá salvar
de la eternidad
silente de mi agonía.
Por cada paso a la felicidad,
un mundo de tristeza
viene conmigo.
La muerte amarga
viene conmigo.
Ya queda menos,
y menos mal
que es así.