Ausencia
Incineradas desde adentro, mis voces se crispan
con cada llama de ausencia, y
el amor de charco que supo apagarlas
ahora solo es un ausente navegante.
Dejo que hablen los ojos,
dejo que griten el parto de una madre virgen.
Hay un espacio estrecho, los párpados se levantan, y
aunque las cartas siempre se envíen
nunca espero una de vuelta.