Son las cenizas, diluidas por el cortejo de un fénix
Son los inciensos, que purifican el interior de una casa
Soy yo, aventurado a una isla de novedades y sombras
En el camino me pierdo y no encuentro salida
En el trayecto una luz cambia mi semblante
He encontrado la paz, la luciérnaga que ilumina este día
No es mi casa, no es la cuna que me vio nacer
Ni en donde crecí desde que era un polluelo sin plumas
Pero en sus brazos sutilmente he aterrizado
Gracias tiempo, gracias miedos, gracias vergüenza y buena conducta
Me permitieron descifrar el códice de mi acomplejado espíritu
Y encontrar un par de rosas en un conjunto de hiedras venenosas
Enigmas futuristas, ansiedades nocturnas, imágenes alocadas
Han intentado mi pensamiento profanar
Pero la magia del controlador de neuronas es más fuerte
No hay temor que aplaque mi eterna tranquilidad
Tiempo, puedes seguir corriendo como siempre
¡Tu opresión no se interpondrá en mi silencio!
Caen rendidas, las agotadas luciérnagas de la noche
Sus luces han dejado de brillar
Pero en su interior reflejan mi anhelo anhelado,
algo que nunca quiero realizar
Y las observo caer junto a la hierba, buscando su merecido descanso
Yo las guardaré en mi pergamino, nunca desaparecerán