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Silencio.

En el silencio de tus caricias,
me muero lento por tus curvas malditas,
con toda mi pasión y avaricia
me desvanezco a lo profundo de tus miedos,
por los recovecos de tu sexo.

En el silencio de tus besos
descubro lo paradisiaco de lo lívido,
las heridas qué sobresalen en tu piel
me ayudan a recorrer los lugares de tu agrado,
para mí el tocarte es el sumo placer.

En el silencio de la morada
encuentro la voz de ti mí amada,
que grita callada gemidos de mujer.
Estallando mi cuerpo está,
por las glorias de poderte ver,
y en unísono uno mismo ser.

En el silencio descubrí tu mirada,
tan poderosa sobre mi alma;
en la profundidad de ella
pude ver lo locuaz de tu alma,
tan delicada y compleja,
en lo laberintico de tu existencia.

Silenciosos secretos pude comprender,
en el juego del sexo reciproco,
entre tu- yo. Los orgasmos fueron mutuos,
el silencio fue la fuente de vida,
la chispa del gozo infinito,
en el proceso del descubrimiento perfecto,
del sexo más divino, creación de dioses,
y en ello fuimos presas de besos cautivos,
que vivían presos sin ser recibidos por ninguno de nosotros.
Hoy podemos contar en el silencio, los besos infinitos.
Sin nada entre nosotros más que lo sublime del silencio.