Cuando estoy en San Felipe,
escuchar las campanas
de su moderna catedral
es amanecer con un recital.
Con el Himno Nacional
y Johann Sebastian Bach,
despierta nuestro pueblo,
dispuesto a trabajar.
En mi hora nocturnal,
al son de las campanas,
me dispongo a rezar.
Un encuentro celestial,
precede mi pensar.
Evoco a seres amados
y a la sufrida sociedad.
Imploro por todos
y por el bienestar social.
Ese campanear melódico,
me impide enervar.
Encuentro mi propio yo,
y resucita mi historial.
Siento el Espíritu Santo
y hablo con Dios.
Luego duermo, y al soñar,
floto y veo la bella capital,
en su tregua, descansa;
regreso y al levantar,
doy gracias al Señor,
por permitirme ganar,
un día más para amar!