La luna en menguante,
me obliga a recordarte,
pensar en lo nublado de tu vista,
en el tiempo que fuiste mi conquista.
Donde nada iba a prisa,
solos, lentos caminábamos eternos,
disfrutando del reflejo del cielo,
repleto de astros sencillos y bellos.
Las estrellas reclaman en silencio,
que recuerde todo aquello tan pleno,
argumentan y debaten con la luna,
sobre por qué nos alejamos de esa vera,
donde recorríamos el mundo unidos,
seguidos por ellas, que nos iluminaban
las noches en donde explotaban nuestros cuerpos
en espíritu, alma y deseo.
En el destino se teje una telaraña enorme,
donde tú y yo ya no vamos unidos,
tal vez será por el olvido del sentido,
perdimos la fe en nosotros mismos,
disfrutamos placeres prohibidos,
malignos, pensamientos aislados,
que se fueron metiendo en el fondo
del amor que se fue guardando
en lo recóndito del corazón.
La luna en todas sus fases me grita.
Cada día en las noches,
se aparece bonita,
para pedirme que te encuentre,
por un maldito segundo quiero verte,
ver la gracia de tus movimientos,
el sonido que deja el viento al rosarte,
no importa el tiempo, ni el destino,
ni todos los sentimientos dañinos,
que con ingenuidad nos creímos,
yo solo quiero obedecer a la luna,
y recitar a tu oído vocablos
que expliquen cuanto te extraño.