FIDEL HERNANDEZ

PLEGARIA

No me des las llaves del cielo,

tampoco me des las del infierno;

prefiero el sendero del paraíso

con sus frutas prohibidas

y su cielo añil.

 

No me des el día mitad de febrero

ni me des el último de diciembre;

prefiero el cuarenta de mayo

para quitarme el manto

que me cubre aquí.

 

No me des la vejez no querida

ni me des tu último consejo;

prefiero la mar embravecida

golpeando las orillas

de mi alma tan vil.

 

No me des palabras ya usadas

ni escritos y poemas viejos;

prefiero la muchacha en celo

que invade mis anhelos

de poseerla al fin.

 

No me des tu último testamento

ni me des tampoco el  sacramento

con  oraciones malditas;

prefiero las palabras marchitas

que huyeron de ti.

 

No me des el más bello verso

que humano no hubiera creado

ni me des tu mejor aguacero

ni tampoco diluvio de verano

sino la lluvia de abril.

 

No me des espada victoriosa

ni de Damocles o de quien sea;

prefiero el cuchillo hogareño

que corta el pan sin dueño

y que se siente feliz.

 

No me des, Señor, lo que no te pido,

ni quieras ser mi amigo;

prefiero que seas el padre

que me proteja en la calle

de mi otro Caín.