La vecina se persigna en la puerta
el carnicero ha venido a cobrar el alma destazada
las ventanas agitan las cortinas diciendo adiós
el camión de mudanzas gruñe con impotencia
la maleta vocifera repleta de ropa
las cajas guardan silencio y libros
Soledad me espera en la banqueta
por el retrovisor miro el pasado marchando al futuro.
He tirado en laberintos tus cartas
las he afeitado antes para que fueran más blancas
para leérselas a la tarde que las ha desoído
tal vez el calendario las corrija con el tiempo
con los años quizás se conviertan en un forastero
el porvenir quizás un día les llame olvido
aunque en la eternidad perdure lo mucho que he perdido
esa tarde, las risas, los lloros, lo bendecido, la lista de la despensa
ese haber caminado los domingos
ese haber envejecido
el torpe amanecer bebiendo café
la calle como llanura,la risa colgada de los alambres
tú agitando la mano en las mañanas, casi como un consuelo,
ese haber sido feliz.