Sereno, a otro destino
marcha el joven peregrino.
Caracas, su ciudad,
despreciado por la injusta sociedad,
élite encumbrada.
España, Francia, América,
revoluciones en pro de la libertad.
Acusado de traidor,
perseguido sin piedad
siempre lleno de dignidad.
Cádiz, en La Carraca, última prisión,
fue recinto de su muerte.
Un país herido en el corazón,
buscaba lograr su liberación,
en tiempos de independencia.
La tiranía abrió sus fauces
quiso desaparecer sus ideas
reducir sus afanes.
Incomprendido visionario republicano
al aislamiento humillante condenado,
sirvió con su espada en el duro combate.
Inquisición y reinos poderosos
lo convirtieron en reo peligroso.
Precursor latinoamericano
para construir una sola patria,
romper las cadenas,
hacer libre a Venezuela.
Una imprenta, un ideal, una bandera,
dejó su huella perenne, su ilusión,
con fuego sagrado de su corazón,
transformado en gloria inmortal.
El quijote sin locura, vivirá para siempre
como un canto de indetenible caudal.