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Como el río vírgen,
así, llega el velo de amor,
¡oh, amada mía!,
ponte el velo de amor,
que en cada caminar de la noche,
entrando por la iglesia,
te ves hermosa como la rosa,
como el mar vírgen que hoy atrapa a tu cuerpo,
tan puro,
tan virginal,
en sus aguas tormentosas,
bravías,
inmóviles e inertes,
con una ola adyacente,
que en cada roce,
advierte más vida,
así, eres,
mi amada,
ponte el velo de amor,
que en cada beso,
se torna la esperanza,
de amarnos bajo el sol,
bajo la luz,
bajo esas sombras perdidas…