En lo alto comienza un rumor tranquilo,
entre las nubes, luces blancas se diluyen.
Tú me rompes mi corazón con indiferencia,
y el trueno se opaca con el dolor de mi situación.
Las nubes se pitan negras como tu alma,
el cielo grisáceo comienza a gemir.
Yo lo acompaño con mis sollozos
después de verte a la distancia huir.
En conjunto con el viento el agua se distribuye,
el polvo se aplaca, y los relámpagos fuerte aclaman.
Me arde el pecho en esta tarde fía,
después de ver tu lastimosa partida.
Colosal tormenta cae atroz sin parar.
La ventisca en círculos no la deja cesar.
Mis antiguas heridas comienzan a aflorar,
mis lagrimas se confunden en la tempestad.
Rugen aún más fuerte los titánicos truenos,
en el choque de nubes, relámpagos y desvelos.
Llora sangre mi corazón por tu adiós tan sincero,
no lo enfría ni la monumental brisa que choca en mis cornisas.
Sufren mis sentimientos un dolor tan intenso,
el mar de lagrimas que caen de mis ojos no se compara
a la tormenta que en mi pena me acompaña.
Los gritos de mi alma aturden los rugidos del firmamento,
mi cuerpo cae despacio, en pedazos con mil lamentos.
No puedo seguir más sintiendo este malestar,
se que el tiempo detendrá la tormenta,
y tal vez mi corazón permanezca estropeado
pero la calma llegara
y el dolor en algún momento se desvanecerá.