Yo que me muevo, sobre el mundo ahora
y soy amigo de quien es mi amigo
tendré mañana tierra por abrigo
donde el gusano sepulcral labora.
Iré a la tumba; dormiré en la sombra;
serán mis labios para siempre mudos;
mis huesos luego quedarán desnudos
mis pies ya nunca pisaran la alfombra.
Mi corazón carecerá de aliento,
mi sangre entonces quedara en reposo
y ya sin dicha, sin dolor ni gozo,
de miles larvas yo seré alimento.
Iré a dormir en el eterno sueño
que la fatiga del vivir nos deja;
iré a ese lecho donde no hay queja
por el dolor que nos arranca empeño.
Será la calma mi mejor amiga;
mi alcoba fría como el mismo hielo
tendrá por luz el enlutado velo
de un árbol viejo que a mi pecho abriga.
Será el silencio para mi un tatuaje;
mis labios mudos besarán la tierra
y en el oscuro pabellón que encierra
mis fríos restos, dormirá el paisaje.