argantonio

El fruto espĆ³ntaneo, la inocencia

La sonrisa todavía no está amaestrada,

ni siquiera un por qué se preguntan,

los niños tampoco se lo barruntan,

que cuanto mayor sea la sonrisa, mejor pagada.

 

Tan natural es la sonrisa,

tan infantil como el llanto,

a la alegría sucede el espanto,

como al rudo viento la brisa.

 

El niño en mitad del mercado,

o en pleno recreo,

trabaja, sueña y juega.

 

Vuelva a su casa cansado,

habíendo cumplido el deseo,

cuando a su madre enferma,

el dinero de lo que vende entrega.