Alberto Escobar

La Muerte de Séneca

 

 

Tu lealtad fue despreciada en el momento

en que toca oler los laureles logrados

tras muchos años de honor consagrados,

tras volcar en un engreído elemento

un mundo de vanagloriado talento

que inspiró a algunos de nuestros artistas

como Montaigne, y abrió a Colón las puertas

del nuevo mundo junto a Alonso Sánchez.

No mereció caer en desgracia

no tuvo la culpa, solo fue objeto

de la envidia de unos cuantos.

Solo fue que Nerón sumido en los efluvios

de otros aromas, de otros cantos de sirena

bastardos, decidió la licencia de quién esculpió

su mente desde que era casi esperma.

Prefirió morir antes de recibir una humillación

sin igual del que le debió su sediciente condición 

de artista sin arte.

Quiso perecer como su admirado Sócrates pero

el destino se opuso a la consecuencia lógica de

la cicuta, decidió como reo víctima de lo injusto

vaciarse en agua embalsada bajo la neblina

como rejón de justicia, y su maldita asma.

Su venerable muerte le sienta in aetérnum en el 

Olimpo de los dioses de la sabiduría.

Cuando Paulina más le necesitaba...

Cuando recibia los frutos de su sapiencia

al abrigo de su retiro espiritual...

 

El pensamiento 

del hombre es volátil y

olvidadizo, sobre

todo con el que le ama.