La Cabeza entre tus muslos en urgencia
de sustraer la savia de la fuente;
sedienta está la boca, lengua en mente
exploradora incansable de experiencia.
He llegado aquí sin oposición o resistencia
con trato sensual e irreverente,
la epidermis mojada como de serpiente,
buscando desplazar labios de inocencia.
Con voracidad escarba, con audacia
su prominente lividez ella sacia
abriendo tus pliegues como puerta.
Manantial subterráneo, brotando
espumoso en los labios, conjurando
gemido que el instinto despierta.