Ayer fue el día soñado.
Por fin me llamaron
y con ojos húmedos,
quedé anonadado.
Lo que Ud. pidió Sr.
está aprobado.
Vengase mañana
a su nuevo trabajo.
Trémulo y calmado,
le dije: Ya vuelo!
Acompañaré el sueño
y derretiré el hielo,
que congelaba mis deseos.
Llegué con aliento,
para iniciar la labor
que con talento
le imprimía color
al milagro de Dios!
Un grillo saltó
y me notificó.
Me acompañó
un largo rato,
y luego voló.
Su mensaje llegó
y todo recomennzó.