Encuentro, en cada noche de funesta nostalgia,
el cofre enigmático donde habitan mis palabras;
Es ahí donde se oculta, la tinta que proviene de mi alma,
la pesia, espíritu tangible del recuerdo,
que plasmo en figuras carnosas, casi humanas.
¿Escuchas el grito, el aullido que escapa de mis entrañas?
recelo inexplicable del fondo, del oscuro averno
implora no libere estas sensaciones, que, a la vista del lector curioso,
puede consumir lenta y dolorosamente su ser,
y al mismo tiempo, elevarlo a una quimera repleta de bonanza.