Se movían las paredes,
no era un temblor
era insomnio del alma,
pensar en aquel cuarto,
la luz tenue de lámpara,
una cama en el centro
a la pared pegada,
una botella de whiskey,
imágenes de ella en su mente,
tinta en su pluma,
tantas palabras en el mundo,
tantos idiomas.
La pesadez de la noche
y a la vez la levedad del espíritu,
para el su felicidad,
mundos de opio.