Cerca de mi esperanza, cuando más vivo,
surge el canto de la tupida selva.
Allí convive sigilosa, la bondad entre las bestias,
sin flechas en la aljaba, misteriosa cazadora
que abreva la frescura del manantial escondido.
Piedras y limo, trinar y rugidos.
cae el rocío que durmió placentero
sobre hojas y pétalos,
y ahora despierto, besa la tierra
escurriendo su primorosa suavidad.
Las copas de los firmes soldados verdes
tremolan alegres por la algarabía,
en su seno llevan las aves y sus crías,
formando con ellas un arcoíris
de cielo y cantos de alegría.