Aquella fue una noche como cualquiera, con la diferencia que otra vez lloraba por tí; llegaban a mi memoria todos los buenos y malos momentos que pasábamos, pero siempre juntos, apoyándonos el uno al otro, mirándonos y hablando con calma. En ese momento me cuestioné varias cosas, ¿QUÉ ERA LO QUE HABÍA HECHO MAL?, ¿POR QUÉ LO NUESTRO SE TENÍA QUE ACABAR?, si tú y yo éramos unos solo, nos complementábamos, queramos o no; todo a nuestro alrededor no tenía importancia, cuando estábamos en el mismo lugar, solo existían nuestras almas y corazones entregándose por completo, sin titubear, sin miedos. ¿SERÁ QUE FUI LA CULPABLE DE QUE TERMINARA?, ¿ O LA CULPA FUE DE LOS DOS?, o tal vez ¿LA CULPA FUE DE LOS DEMÁS?.
Nada de esto tiene explicación, tal vez tu ya me olvidaste, encontraste a otra persona mejor, con quien disfrutas todos los momentos de tu vida; pero lo que en realidad me pregunto es que si todo lo que decías sentir por mí era verdadero o si tal vez sigues sintiéndolo y lo ocultas muy audazmente. Cuando pienso en eso, siento que me voy derrumbando cada vez mas, que mi alma se rompe y deja de ser la misma, que mi corazón sale corriendo a buscarte; me siento confundida, torpe, sola aunque esté rodeada de gente, triste aunque esté riéndo, sin palabras aunque hable sin parar, queriendo estar cerca de tí aunque tú estés cada vez más lejos; esa sensación me está matando, está acabando con mi ser, aunque no lo demuestre, aunque no lo diga.
Hay días en los que te pienso sin parar, en los que quiero verte, ver tus ojos en los que me reflejaba, aquellos ojos de amor; ver tu sonrisa aunque los tiempos no fueran buenos; verte completamente a la luz del sol; escuchar tu voz, dulce y tierna, que decía amarme con locura, amarme sin fin, sin temor, amarme hasta que desaparezcamos de la faz de la tierra y tan sinceramente que lo creía sin pensarlo dos veces. Recuerdo que cada día a tu lado podía saber lo que es la felicidad, sin importar los problemas, sin importar nada; solo podía sonreír, porque al verte venía a mí una inmensa tranquilidad. Todos los días al despedirnos, sentía un gran miedo, miedo de perderte, de no volverte a ver, creo que la vida juega conmigo, ya que el último día que pude verte, no sentí esa sensación, todo parecía ir bien, creía que podría estar contigo para siempre y que nada iba a separarnos, pero no, todo se acabó y desde aquel hermoso día no he podido verte, oírte, contemplar tu belleza, sentir tu amor y calor que me daba el mismo, desde aquel día, hace 90 días, mi vida cambió.