Al principio todo fue rápido, momentos de confusión, inseguridad respecto a lo que estaba sucediendo. Pasa el tiempo y me voy, simplemente te dejé.
El reloj avanza, ahí estabas tú, rehaciendo tu vida sin mí, si no que con ella. Creí que era fuerte, que podía mantenerme sola, independiente, pero lamentablemente estaba equivocada.
Días tristes y llantos infinitos me cubrieron las semanas sin tu presencia. No podía, te necesitaba, eras el amor de mi vida, no debía dejarte ir. Sé que tú seguías sintiendo lo mismo por mi, lo mismo que el primer día, que aún no me olvidabas.
La dejaste y al instante te hablé. Todos los sentimientos seguían ahí y mas florecidos, más apasionados, más puros, sinceros y verdaderos.
Nos encontramos, nos observamos, nos admiramos, nos contemplamos y finalmente nos enamoramos, lo estábamos desde el primer día en el que coincidimos. Estábamos ahí viviendo lo mejor de nuestras vidas, mezclando nuestros cuerpos creando nuevo arte, nuestro arte, único e inigualable.
Nos queremos como nadie se ha querido en esta vida, almas transparentes que en toda nueva vida vuelven a encontrarse y enamorarse.
Cuando estamos juntos nuestras mentes crean una nueva galaxia, nuevos planetas, nuevas estrellas y nuevos colores, una nueva vida, en donde sólo se encuentran nuestras mentes infinitas y corazones llenos.