Qué voy a hacer si nací fuera de tiempo
Mi miel para asnos no estaba hecha
Me enamoré de él, con esta endecha
expreso no fue un simple pasatiempo.
Que estaba casado lo sé, me debía
a una imagen como afamado escritor
pero el corazón no entiende la fría
distancia entre lo debido y lo sido.
¡¡Debí callarme ante la letal infamia!!
Su padre lanzó a los vientos transido
de venganza mis andanzas en Sodoma.
Cometí el error de defender mi honor
ante un completo engreído.
Alfred atemorizado, y sus cómplices,
huyeron a París para no verse salpicado
por la maledicencia del Marqués, que
ideó de las reglas del pugilato.
Me quedé con dos palmos de narices, y
se me hizo costra en mis venas la vileza
del que hizo las delicias con mi fortuna
amasada a base de genio y figura.
La carcoma victoriana hizo el resto,
Gomorra no podía salir indemne siendo
la causa de la desdicha de Abrahám.
Me arrastré por el lodo durante dos años,
que me señalaron de muerte, pronto.
Canté mi De Profundis para deleite del
amante de las letras, entre el griterío de
las almas errantes del inframundo que no
pudieron rendir su óbolo a Caronte.
Sali en estampida hacia París para driblar
el martirio del que fui pasto hasta las cejas,
y que in extremis pude contar pero tocado
con rejón de justicia.
Lanzé mi canto del cisne a guisa de Balada,
que dejó constancia de que Reading fue
pesadilla inmerecida y reservé mi parcela
entre los grandes en Père-Lachaise, donde
querría ser socio hasta el gran Groucho.
Así fue mi final. No falló mi obra, fue sin
duda el público quien falló.
No era mi tiempo, llegué harto pronto...