Hoy, nuestro satélite, aquel destello culpable de vida proporcionar al obscuro cielo, fue sustituido por trozos lívidos de agua perenne que se emancipan al estallar contra la inerte arena, aquello es el vislumbrar de estos ojos tullidos
Y para colmo! este vacío, se inserta como huésped, al corazón.
¡Tal es ! Este extrañar sureño que quita el sueño, dueño de mi incertidumbre, del pesar queda si tu no estas.
Ahora la hora me cae como lluvia
Desolada oda sonora sucumbe dócil e cuanta la constelación que sosiega tu recuerdo cuando cuerdo
Caigo en mi cuerpo.
Corro al arroyo frágil que oigo latir en tu tacto, la sensación tala el deseo cual vestir de piel lucen hasta... ¡amanecer !