Entiendo a la valiente madre,
disconforme con su suerte,
que por sus hijos lucha hasta la muerte,
aunque nade sola contra corriente.
La fortuna siempre desigual,
a unos les sobra salud,
a otros de dinero les falta un alud,
otros por no tener, no tienen ni pecado original.
Cuando desde la niñez,
solo conocíste trabajo y poca escuela,
nada parecido al cuento de hadas.
Así se vivía en la estrechez,
tu madre convertida en abuela,
y tu blanco de todas las miradas.