Carrozas llegan del cielo;
conquistadores sin armas
van dejando sus sudores
sobre la tierra sedienta
y en los pastos amarillos
regados sólo por vientos.
Ese sol, ese desierto,
castigando con dureza
dejan grietas en los rostros,
oponiéndose a los bríos
y al esfuerzo de esos brazos
que buscan el oro negro.
Ahí está la fortinera
madre de los soldados;
es su palabra consuelo,
calma en los retiros;
su juventud es secreto
y su alma, una entrega.
Pueblos de los desiertos,
del trabajo fortalezas,
avanzadas sin fusiles,
hombres de pura cepa
fundidos en la amistad,
piezas de un solo sueño.
Cutral Co, Plaza Huincul,
pueblos de la vanguardia:
de mi pluma, homenaje;
de mi alma, gratitud.