En silencio miro por la ventana. Mi mente se pierde en cavilaciones mientras se abre paso entre mis recuerdos.
Siento los años pasados, los cambios producidos en mí, sea a nivel psicológico que físico. Qué diferente el Omar que se encuentra ahora aquí, sentado en esta cafetería tomando un café, al Omar que con 30 años llegó a estos lares con otros sueños y esperanzas. Sorbo el café con leche. Respiro lento.
Leo tratando de concentrarme en la lectura. Un libro siempre me acompaña. Aparte de las cosas burócratas que hacer, quiero vivir a pleno esta ciudad que amo, Madrid. Siento algunas miradas sobre mí, miro, observo, sonrío.
Algunas señoras sofisticadas, sentadas en una esquina, hablan, ríen, critican, mientras devoran unos churros con chocolate. Lo que casi me hace soltar una carcajada, es cuando una de ellas, la más elegante de todas, al final de tan digno banquete, llama al camarero y le dice:
\"Por favor caballero, me trae un té verde, pero sin azúcar, no sea que me suba la glucosa.\" (río en silencio).
Vuelvo a mí y me digo: \"basta ya de meterte en la vida ajena\" Es el problema de ser tan observador.
Me zambullo de nuevo en mi lectura mientras pasa lento el tiempo. Saludos lectores, amigas, amigos del alma. Se les extraña.