Cuantos sueños tenía mi alma henchida
de entregarte mi amor con gran pureza,
de cuidar tus ensueños con terneza
para hacer paraíso de tu vida.
Que ilusión mas bonita divagaba
con tu imagen mi mente tan repleta,
y por siempre adorarte fue mi meta
con la inmensa pasión que te brindaba.
Cuantas noches serenas y silentes
te miraba tan llena de alegría,
de tus ojos brotaba poesía
como gotas de lluvias transparentes
Cuantas horas febriles! Yo pensaba
que contigo la gloria poseía,
mas la triste verdad a mi vendría
a traerme dolor que no esperaba.
Es posible que nunca vuelva a verte,
mas te quiero decir mi triste canto:
tu llegaste a inspirarme tanto, tanto!
que los cielos me diste al conocerte!
Autor: Aníbal Rodríguez.