Madre, la tarde me entristece,
el agua del río me ansia buscarte,
te fuiste con los pasos de barro madre,
se llevó mis lágrimas un viento ululante,
yo no me cobijé con tu falda de ternura,
madre mía, yo nunca seré el de antes.
Me persigue un diablo rojo,
en los senderos de la montaña
yo veo tu cabellera volante,
pero tú no me escuchas, madre,
casi me alcanza... es desesperante,
ríe carcajadas por mis pies sangrantes.
Me guía tu canción de cuna
con la congoja en un nudo grande,
madre, dame latidos vivos
permite materializarme,
déjame tocar el polvo de la tierra,
no me dejes el pensar angustiante,
que sólo nos une antes de la vida,
este triste cordón sangrante,
si te lleva el viento amiga...
yo nunca seré el de antes.
Madre, dame un cuerpo de piel,
siembra mis lágrimas en todas partes,
quiero un sombrero estrellado,
y un corcel negro para buscarte.
Tu sonrisa viaja con los ríos,
entre mi angustia interminable,
si tú me niegas el mundo amiga...
yo nunca seré el de antes.