Alberto Escobar

Populismo

 

 

Después de siglos de evolución.

Después de ríos de tinta vertidos 

por la sapiencia humana, existen

congéneres que se asoman al balcón

de las estrellas para pactar con

Mefistófeles la apropiación de toda la

Sabiduría habida y por haber por un

plato de lentejas, por el trozo del alma

que les seviría para comprender al que

menos tiene, la que le acercaría al que

también es cualquiera, al pobre hombre

que desea abrir sus brazos para querer 

y no para pedir.

 

Después de tanta experiencia sobre lo que

no debemos hacer en sociedad y en singular,

hay quienes se agarran a la poltrona de oro

que abriga sus hermosos traseros, escupiendo

hacia arriba patrañas embutidas en palabras

malsonantes y populares que, sabedores del

rédito que les reportarán entre la población, 

mayoritariamente (¡¡desgraciadamente

y adrede!!) analfabeta funcional, las explotan

como Las Médulas romanas. 

 

Me refiero a la palabra que está más de moda

ahora, y que abarca el frontispicio de todo medio

de comunicación que se precie de serlo. 

Esa palabra es Populismo.

 

La diferencia 

entre un populista y

un político

es que el segundo cumple,

diciendo ambos lo mismo.

 

Quien no hace aplaudir al 

pueblo cuando habla es porque

no está conectado con el.