Santiago Miranda

De tanto tiempo, enfermo

He contraído este cuerpo único que soy

desde su centro a sus extremos

en mutable periferia cuando

el espacio de la reflexión se torna

el espacio de la realidad me quejo

para sentirme vivo para no sentirme

un muerto, es que...

 

Me he desdoblado en la catedral salvaje

de curtido cuero, he sido sido nombrado

de antemano, dispuesto en el territorio

para ser, he sido olvido y silencio

ahora, todo ruido y caos fermentamos

una alucinación colectiva, casi

una revuelta, en la oscura habitación

de lo dado

 

 

He enfermado de tanto tiempo 

perdido y ajeno he contraído

el ser perdido, atrído por este

absurdo, virus de los pasatiempos

que solo queman lo vivo (todo es fuego

ya alguien dijo) para no sentirte a tí, más tiempo

 

He sido por el despertar, profanado

de la consciencia de aquella consciencia

que descubre que lo temporal

no (nunca,jamás) le pertenece

y todo el resto, del curso de los astros

debe ser pagado a crédito de tedio

siendo los días sacrificados

al dios más indiferente /somos todo

tributo/ dejar de ser, dejar de estar

siendo, por dinero, por la mantención

del poder ficticio de los dueños

hipotéticos pero concreto, tras el acto

 

Desmantelen otra vez, la fingida

escena: pequeños soles fulguran eléctricos

la brisa del aspa, la imagen y el movimiento

esta segunda piel cargada de más deseo, cúando

cabalgamos los caballos de frenéticos acéros

a los trabajos donde nada se trabaja

huyendo del tiempo que la aguja marca dentro

y fuera de una moribunda, vena. examina

un idioma que a la intención

no acompaña al decir lo dicho

toda esta tierra sembrada de concreto

germinados se alzan frutos secos, nuestro

sagrado árbol; el rascacielos y al cielo; cielo raso